Me dice que se quiere comprar una caravana, y perderse para si misma. Vivir del trueque. Yo no la entiendo bien, pero le sonrío. Es guapa a rabiar. Siempre me entra la risa floja con ese tipo de mujeres. Será la felicidad. Ella es torrentes de serotonina y de tequila.

«¿Te vendrías a plantar tomates conmigo?» me dice apocada. Es una broma asintótica. Una broma que mesura hasta que punto estoy dispuesto a perderme en este mundo de majaretas con ella. Pero no me coge desarmado. Me desnuda sistemáticamente el alma, pero no es suficiente. Yo estoy siempre en tensión. «Contigo plantaría hasta habichuelas mágicas» le digo. Se ríe y apoya su cabeza contra mi hombro. He esquivado otra flecha Valentin, go fuck yourself ,viejo pervertido.

Es un pequeño tornado pelirrojo, de larga sonrisa y corta conversación. Parece grácil y delicada, pero puede partir bebiendo a un marinero polaco por la mitad. Acaba las noches hecha un desorden. Me mira con el pelo enmarañado, llena de moretones y con la camisa manchada de bebida. «estoy horrible» me dice con la voz rota. Miente. Sigue estando preciosa,iluminada.

No se si sabe lo importante que es para mi, jamás se lo confesaré. Demasiada exposición,pero estoy ojo avizor, agazapado en las sombras, ella me mira con cautela, como si fuese un zorro famélico pero soy un cuervo. Un cuervo con la mirada de un cocodrilo de ciénaga. Expectante. Carroñero.Soy un buitre. Frank Buitre me tendrían que haber llamado. El que vuela en círculos.

Hoy me he ido a tomar un Café con Bad Times. Me he quedado anonadado con su ritual. Como palpa el borde de la mesa. Como agita con parsimonia la cucharilla de su capuchino. Lo que más me maravilla, es como un gigantón como él. Posa con suma cautela su humeante taza sobre sus labios, como cuando una mariposa se posa en una flor. Me impresiona ver como un hombre como Baddy, que es capaz de matar a un hombre de un derechazo, tiene esos reflejos de bailarina. Es una máquina de matar grácil.

Pero siempre será mi tontorrón, mi viejo negrazo. Hay veces que tengo que recordarle «Baddy el bigote» cuando se le olvida limpiarse la nata de su capuchino. Creo que lo hace a propósito. Ese cabronazo disfruta sacándome de quicio. Desde que lo conozco no he pagado un maldito café. Creo que esta compinchado con el tipo de la barra. » voy a empolvarme la nariz» me dice y se marcha renqueante hacia el baño. En aquel café se siente como en casa. Voy a la barra. Pregunto por la cuenta. «El señor ya ha pagado» me dice una nerviosa adolescente en su segundo día de trabajo. Su negra omnipresencia. Como cuernos lo hará. Vuelve del baño. Se tropieza a próposito con una exuberante rubia. Le habrá olido el perfume. Es como un murcielago sexual. » Dime cuervo que tiene un buen culo» lo culos enormes su criptonita. » ¿Sabes que te amo? hijo de perra» le digo cuando me ablando. El me sonríe orgulloso. «Vayamos más despacio, Cuervo. No me quiero quedar embarazada»

Los griegos lo llamaban Catarsis. Me estoy empezando a cansar de los puntos de inflexión. Supongo que estará en la naturaleza humana, a lo mejor solo en la mía. Purgar el alma de vez en cuando no hace mal a nadie. Eso es lo que me digo a mi mismo, que uno es muy reflexivo. Marcarse unos límites, y tratar de rebasarlos. Después marcarse otros distintos y repetir la hazaña. Menuda maquina generadora de movimiento continuo que es la vida.

Supongo que me impaciento con facilidad, no puedes venir a un Hedonista con esas de disciplinas y austeridades. Le destrozas los bioritmos. Tener el sentimiento perenne de estar a punto de saltar del puente es claustrofóbico, exasperante. Escribir gris te ilumina.

Todos mis amigos eran perros Alfa, yo era más tirando a perro Beta. Uno de mis perros Alfa favoritos era Jaquotot. Un gabacho venido a menos o un americano venido a más según se mire. Siempre estaba obsesionado con lo que comia, y en que cantidad. Tú también lo estarías si te diesen hemorroides del tamaño de un puño cada vez que te desequilibrases un poco.»Si como aunque sea una albondiga más mi ojete arderá literalmente en su jugo» » Si no me cuido un poco me saldrán unas hemorroides que parecerán Kiwis» «Joder que finura, Jaquo» le decía yo. «¿Finura? como me siente en aquella silla de madera vas a ver a un hombre llorar desconsolado».

Jaquotot tenía una mujer, que ya quisiese para si un magnate del petroleo. Aquella mujer estaba entre diosa de la fertilidad y actriz porno. El nombre del demonio. Madison. Como los puentes. Con unas tetas para despeñar una carreta y con un culo para hipnotizar a Ulises. Riete tú del canto de las sirenas.

Si dudas de la fidelidad de Madison, te llamaré perspicaz. Las malas lenguas le ponen de libérrima para arriba, y las buenas lenguas las guarda desnudas en los armarios. Esperando a que Jaquotot le abrace morfeo y así, poder salir a hurtadillas sin la corbata. «¿Cuantas corbatas tienes Jaquo?» le digo ladino. » A enemigo que huye puente de plata» y sonríe el cabron. Sonríe.

Hoy he ido al cuadrilátero, solo que no para calzarme unos guantes, que uno ya no está para eso. Sino para visitar a mi viejo amigo Harem “Bad Times” Williams III. Negro como la noches y ciego, como el amor. Apodado bad times, porque siempre era malos tiempos para intercambiar un par de puños con él. En una pelea de pesos crucero con su sempieterno rival Oscar “The Clock” García. Un uppercut lo dejo ciego. “Total, para lo que hay que ver” me dice a veces Harem.

Si supones que Harem odia a “The Clock”, te equivocas. A partir de ese día fueron puño y guante. Almas gemelas o algo parecido. Con el paso de los años cuando la estrella de Garcia se iba apagando, siendo Harem su mano derecha. Algún periodista jocoso, saco el títular de “Bad Times for the Clock”, cuando en una convención nos cruzamos con ese fulano. Lance mi primer misil interracial por satélite. “lo tienes a la derecha Baddy, con un jab de 20 grados le apagas la luz” Acto seguido aquel negrazo que tenía los ojos en blanco. Se guió de mis direcciones y noqueó a aquel cabrón. Bad times to be you,motherfucker. Ese tipo de cosas me empalman el alma.

Cuando fui al despacho de Bad Times también estaba García. Tres viejos interraciales hermanados. Sorpresas que da la vida muchacho. Hacía tiempo que nos les veía, estaban sonrientes de saber de mi. “Te han torturado muchos las Flores, Señor Cuervo” me dijo García. “ Bueno muchacho, se hace lo que se puede”.

Se podría decir que la oscuridad se cernía sobre la ciudad, la noche caía en picado como el vuelo de el buho que va a cazar al ratón. Pero no era así. Ni siquiera era de noche y yo no tenía ganas de empezar este puto diario. Mi loquero me ha dicho que me vendra bien. Que me alejará del dolor. Pero que cojones sabrá él. No es más que un tipo cuyo ego solo se ve superado por su salario. Cobrá unas sesiones que podrían arruinar al presidente de los Estados Unidos. ¿Quieres alejar el dolor Doc? A la quinta visita regalame una. Como en los talleres. Porque a eso voy yo. A que me aprienten las tuercas.

Acabo de ver a mi vecina, pasear su culo hasta su porche. Eso si que es agitar las maracas con fuerza.Se están follando a todas las chicas por ahi fuera. Algunos no lo quieren ver pero es así. Se están follando a todas las macizas, y a los demás solo nos dejan copular. Hacer el amor. Yo no busco hacer el amor,yo busco follar, no estoy relleno de algodon, por el amor de dios. “ Frank usted no tiene edad para hablar así” me dice la mujer de la recepción, cuando le pregunto si el loquero esta intentando arreglar a otro hijo de perra tarado como yo, mientras espero en su consulta. “ Tengo la edad de hablar como me salga de las pelotas” le contesto y me siento feliz. He tardado mucho tiempo en aprender a tratar esa jauría de lobos salvajes que son las otras personas. No siempre he sido así, de chaval era un idiota de mucho cuidado. Ponía la otra mejilla. Así me fue.

Me pregunto como estará la pequeña Camellia que será de ella, de sus mejillas sonrosadas y sus pecas. Me pregunto si todavía se reira mellada. Todavía escucho su risa estridente. Tiene nombre de flor porque toda ella era primavera. “Frank recuerde que Camellia esta muerta” me dice Doc. No hay un maldito día que no la eche de menos. El universo, para mi, empezo a rezumar mierda desde ese mismo día, la cuesta abajo. Me entretengo mirando un dibujo que me hico cuando tenía cuatro años. Lleno una cartulina amarilla de girasoles, le puso purpurina a las cabezas y todo. Cuando acabó me lo enseño le dije “ ¿Qué es exactamente, Camelia? ¿Un campo?”. “ No abuelo -me dijo ella- son cien Girasoles”.